Match Point. La banca a punto de perder el partido.
El tenis es un deporte fascinante. Puedes estar a punto de perder el partido y, sin embargo, puedes ganarlo si logras que tu oponente pierda un Match Point (punto para ganar el partido). El romanticismo de la competencia indica que muchas veces revertir un Match Point fortalece a quien tiene el marcador en contra y desmoraliza a quien lo tenía todo para ganar. La gesta deportiva destaca la epopeya personal del que se sobrepone a la adversidad del marcador. Pero las estadísticas son implacables. Quienes tienen el Match Point a favor terminan ganando el partido la amplia mayoría de las veces.
Cuando veo la situación de la banca creo que tiene un Match Point.... pero en contra. No es imposible, pero las chances no están de su lado. No significa que van a desaparecer. Sólo que van a perder este partido, el de la innovación y el de crear productos más atractivos para una nueva generación de clientes que se interrelaciona mucho mejor que sus antecesores con la tecnología. Si bien los bancos, tienen recursos económicos para dar vuelta el partido se requiere más que eso. Hace falta también gente que crea que pueda cambiar la situación de desamor de las nuevas generaciones con los productos financieros.
Cuando menciono banca me refiero a las organizaciones en su conjunto y no particularmente a sus ejecutivos más encumbrados a quienes veo más preocupados por sus jubilaciones que acerca de los procesos de innovación disruptiva en curso de la industria financiera. Estos, creen erróneamente que pueden surfear la ola de los cambios que afronta la industria en lo que les queda de vida laboral en las organizaciones sin comprometerse a fondo con esas transformaciones. Manejar correctamente estos cambios será para algunas organizaciones la continuidad, el cierre o que los adquiera una organización más grande.
Vivimos tiempos donde la tecnología lo transforma todo. Lo hace más sencillo, más rápido y más económico. Muchos negocios cambian radicalmente por la intervención de la tecnología: se eliminan intermediarios, los productos se transforman en más accesibles, bajan de precio, o su proceso de compra es más conveniente. Testigo de eso son las telecomunicaciones, el comercio minorista, el mundo del entretenimiento, la música, las búsquedas laborales, el transporte público y podríamos seguir con un largo inventario de industrias transformadas por la tecnología.
Ahora, las empresas de Sillicon Valley, verdugos de las industrias mencionadas anteriormente, buscan ganar dinero con la aplicación de prácticas y tecnologías disruptivas en los servicios financieros ayudados por dispositivos conectados a internet que las personas ya poseen: los teléfonos celulares inteligentes. Pero no sólo es tecnología, es también creatividad, desafiar el “status quo” y finalmente ejecutar ideas de manera innovadora y precisa pensando en nuevos segmentos de clientes no sólo los nativos digitales sino los inmigrantes digitales que encuentran en la tecnología una ayuda para hacer sus vidas, trabajos y negocios mucho más sencillo. Se describe a estas compañías como FinTech. El término describe la poderosa unión de las finanzas y los facilitadores tecnológicos donde podemos encontrar dispositivos con softwares y conectados a internet. El FinTech ha puesto a la banca en la mira. ¿Las razones? En una industria muy rentable pero obsoleta que se ha escondido detrás de las regulaciones durante mucho tiempo. Silicon Valley es implacable. Va por todo.
Los bancos como intermediarios del dinero de las personas y empresas habían estado a salvo de la disrupción tecnológica ya sea por razones regulatorias, operativas o de costos. Nadie hacía mejor o a menor costo lo que hacían los bancos. Hasta ahora. El FinTech está entre nosotros.